El Zen puede definirse como la continuación de la transmisión del Dharma de Maestro a discípulo, partiendo del Buda Sakhiamuni, que desde la India transmitió las enseñanzas a China en el año 519 gracias a Bodhidharma.
Sin ajustarse solo a los hechos históricos, definir el Zen es algo muy complejo y al mismo tiempo muy simple.
El Zen es abstracto e incomprensible en apariencia pero a la vez es sencillo y evidente.
Si se realizan con la atención y disposición adecuadas, barrer el suelo, preparar un té o moler arroz pueden ser Zen.
El Zen está siempre presente si se le quiere encontrar, en cualquier actividad, desde la más complicada hasta la más sutil.
Es muy importante entender que aunque el Zen se haya desarrollado en el seno de una de las más antiguas tradiciones de la humanidad como es el budismo, no se trata ni de una religión ni de una filosofía. El verdadero sentido del Zen transciende ambas cosas aunque tiene que ver con ellas.
Es experiencia viva, pertenece a la naturaleza del hombre, su esencia es anterior a cualquier forma.
Su mensaje es universal y por tanto está más allá de ideologías, sistemas o puntos de vista.
Miles de personas se acercan hoy día al Zen, está de moda. Existen seguidores tanto en Oriente como en Occidente donde en la actualidad disfruta de cierto auge, aunque casi siempre disfrazado de práctica exótica o folklórica asociada a las culturas japonesa o china, y perdiendo así la inmensa profundidad e importancia del verdadero Zen.
Las palabras son una limitación, aquí se halla el problema para describir el Zen.
Resulta muy difícil explicar el significado de mirar sin ver, escuchar sin oír, pensar sin pensar o buscar sin esperar encontrar nada.
El Zen se vive, no se explica. Para encontrar lo que hay entre dos pensamientos hay que buscar, nadie nos lo puede decir.
Es como dibujar una manzana, e intentar transmitir a otros lo que se siente cuando se muerde la fruta.
Hay que sentirlo, vivirlo, saborearlo, respirarlo, ya que de otro modo no existe.
El Zen es belleza, serenidad, armonía y vacío... Pero sin belleza, sin serenidad, sin armonía y sin vacío...
Zazen es el alma del Zen.
Sin la práctica de zazen, el Zen no existe, no puede comprenderse, no puede vivirse y tampoco podrá sentirse.
Zazen y Zen son dos términos que no pueden existir por separado, son los extremos que conforman el equilibrio. Juntos forman un Todo que no es comprensible si falta alguno de ellos.
Una mesa tiene patas, si carece de ellas no es una mesa, sino una tabla. De la misma manera, el zazen es el sustento del Zen.
Zazen es la meditación sentada en la postura tradicional del loto (aunque se puede practicar en otras posturas).
No es una teoría, ni una idea, ni un conocimiento que se pueda percibir con el cerebro, sino una práctica física que cambia nuestro propio espíritu de manera radical, logrando que nos fundamos con el universo entero.
Practicar zazen no es fácil, solo a través de la justa postura sentada es como se puede percibir el espíritu puro que existe en cada uno de nosotros y que reposa oculto bajo nuestros pensamientos y agitaciones mentales.
La práctica de zazen es el único camino que nos lleva al reencuentro con nuestro verdadero origen.
FUENTE: http://www.zazen.es/index.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario