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Raúl Alayón
COORDINADOR ONG--CIPFE
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HACE UN TIEMPO LO QUE INTENTAMOS EN UN REFUGIO
Una luz de esperanza frente a la pasta base
La policía asegura que de cada diez jóvenes que detiene nueve son consumidores de pasta base. El Hospital Vilardebó advierte que está desbordado por esta problemática y no da a basto para atender a los adictos. Los especialistas explican que esta droga tiene un poder de adicción mucho más fuerte que la cocaína. Además, señalan que la mayoría de los que la prueban no pueden dejarla y es prácticamente imposible desintoxicar a estos pacientes. Les proponemos escuchar historias que prenden una luz de esperanza respecto a esta problemática. Informe de Lucía Massa.
Jóvenes que hasta hace tres meses estaban viviendo en la calle y robando para poder consumir pasta base, hoy están en plena etapa de desintoxicación y empezaron a trabajar en el programa “Un trabajo por Uruguay”, iniciativa del Ministerio de Desarrollo Social (MSD). El refugio Iris, que forma parte del Plan de Atención a los Sin Techo, viene realizando un trabajo titánico y las historias de sus usuarios dejan claro que no es cierto que no se pueda salir.
Las cifras dejan en evidencia lo que está haciendo la pasta base, más de la mitad de los que se anotaron este año para entrar a los refugios del Plan de Atención a los Sin Techo tienen entre 18 y 30 años y son adictos a la pasta base. Si se comprara con el Plan Invierno 2004, el perfil cambió mucho. El año pasado la mayoría eran hombres de más de 40 años que se habían quedado sin trabajo. Pero en 2005 la pasta base hasta le ganó al desempleo, según lo señalaron voluntarios del plan.
“Nosotros siempre estuvimos a cargo de gestionar lo que era la boca de entrada al Plan Invierno, en la calle Requena. Eso nos daba la posibilidad de tener el perfil de la población que ingresaba. El años pasado se dio un ingreso mayoritario de gente de alrededor de los 40 años por primera vez en situación de calle. Este año, a diferencia, tenemos mucho más ingreso de población joven. La franja más joven ingresa a los refugios por problemas de consumo de (pasta base). Hay un común denominador que es el consumo, que hace que sean expulsados de sus casa, se rompan los vínculos con las familias, se deteriore la relación y entran en ese circuito”, explicó Carmen Gómez, psicóloga y coordinadora de Factor S, ONG encargada de dos refugios del Plan.
Es un tema que preocupa al MDS que, de hecho, le pidió ayuda a médicos de Salud Pública para que recorrieran los refugios. En este momento están preparando una estadística clara respecto a la cantidad de adictos a la pasta base que hay en las 470 plazas del plan de protección a los sin techo.
Estrella Domínguez, una de las encargadas del plan de atención a los sin techo en el Ministerio, dice que no sería raro que ese estudio concluyera lo mismo que señalan algunas ONGs: “que la mitad de los inscriptos y los que usan los refugios son adictos”.
“Todavía es un informe reservado y no se han terminado de hacer las recorridas. Lo que sí sabemos es que es un porcentaje importante dentro de la población de refugiados. Estamos hablando de hombres, en la población femenina ese porcentaje baja”, dijo Dominguez.
Domínguez dice que desde el Ministerio ven con muy buenos ojos propuestas como la del Refugio Iris, que atiende a 60 hombres de 18 a 45 años, la mayoría de ellos adictos a la pasta base, y que está implementando un programa de talleres y asistencia psicológica con el que ya logró que muchos jóvenes dejaran de consumir.
Desde el Ministerio igual hacen hincapié en que es demasiado difícil superar el síndrome de abstinencia en un albergue. Que la población es muy volátil, y es un problema muy difícil de solucionar. Ya que se necesita una contención extrema. “Contención extrema” es lo que según Dominguez se necesita. Y lo que encontraron varios jóvenes en el Refugio Iris, que queda en Mercedes entre Yi y Cuareim y depende de la ONG Factor S, donde hay 60 camas para hombres de 18 a 45 años.
“El Pastor”, sobrenombre de uno de los muchachos que está en el refugio, hasta hace poco robaba para comprar pasta base, hoy hace changas y está tratando de montar un taller de artesanías con compañeros del refugio. “De la calle llegué, de la marginalidad como se dice, ¿no?. Yo delinquía, me drogaba, tomaba alcohol. Eso me hizo parar en la calle y estar un buen tiempo allí, dos años, dos años y medio. (…) En el Plan Invierno es la primera vez que estoy, desde junio hasta ahora. Y me siento bien, mejor, yo antes no me quería, me hacía daño a mí mismo. Ahora me quiero. Acá estoy bien, me siento bien, me dan oportunidades, me ayudaron a superarme muchísimo, aunque todavía falta… Pero me ayudaron abundante, con el tema de mi adicción por ejemplo. Con la droga que hoy por hoy esta destruyendo todo: la pasta base. Estuvo bravo salir, no es para cualquiera. Prefiero estar acá, que me dan apara adelante, y la terapia la hago diariamente en la calle. La motivación que te dan acá te da fuerza para combatirla. (…) Aún no estoy cobrando el Ingreso Ciudadano, pero espero cobrarlo el mes que viene, todo para mejorar. Para arreglarme la boca, para las a0rtesanías que estamos intentando hacer (con los compañeros), gracias al grupo hemos conseguido las herramientas que nos faltaban. Pero todavía no hemos vendido ninguna (artesanía)”, dijo Pastor.
Guille tiene 27 años y terminó seis meses viviendo en la calle por culpa de su adicción. Ahora, habla del refugio como si fuera su casa, así lo define.
“A la calle llegué por las drogas. Estuve seis meses en la calle. Estaba, gracias a Dios digo `estaba´, porque ya no estamos más en la calle, ya tenemos casa propia ahora (…) Acá estoy en mi casa, haciendo las actividades, la rutina de todas las tardes, de la terapia (…) La terapia de nosotros es venir, tener una conversación con alguien del equipo, con un compañero mismo, hasta jugar un truco, o poder compartir un plato de comida, estar con tus compañeros y demás. Ahora estamos ensayando un taller de terapia. Tenemos un taller de candombe. Estamos ensayando una obra de teatro, que si alguien quiere colaborar va a ser bienvenido. (La obra la) vamos a estrenar en noviembre en el teatro Florencio Sánchez (…) También estamos ahora haciendo deportes, haciendo fútbol”, explicó Guille.
¿Cómo lograron estos resultados? ¿Cuál es la técnica?
Algo fundamental es la contención afectiva, porque los más chicos hablan de los encargados del refugio como si fueran familiares. Saben además que los pueden llamar a cualquier hora del día si se sienten solos cuando están en el horario en el que el refugio está cerrado. Pero, lo más importante es que Iris no sólo ofrece una cama, un baño y un plato de comida. Tiene programas de actividades de todo tipo, con el que se busca que los 60 hombres que viven ahí encuentren motivaciones o incluso una salida laboral.
En Iris tienen talleres de todo tipo: de cocina, de artesanía, de tambores, de teatro. Incluso piensan presentar su obra en el Teatro Florencio Sánchez a fin de año. Además, tienen una comisión de cultura que organiza paseos. Por ejemplo, fueron al Museo Oceanográfico, y todos los domingos juegan al fútbol. Pero también tienen talleres que dictan otros que ya pasaron por su experiencia y que les explican cómo salir de la calle.
“Hay un taller donde gente que estuvo en la calle les explican los pro y los contra de estar en la calle. Y ellos evalúan que lo más positivo que les puede pasar es que con el apoyo de todo el Uruguay y de todos nosotros van a salir adelante”, sostuvo Raúl Alayon, fundador del Movimiento Uruguayo de los Sin Techo.
Pero lo más importante es, sin duda, el taller de adicción. Trabajan dos psicólogas, una asistente social más todo el equipo de. Aplican las técnicas que se usan en cualquier terapia de adicción más otra menos convencional. Antes de dejar del todo la pasta base les proponen pasarse a la marihuana. Es un proceso gradual hasta llegar a la desintoxicación total. Pero estamos hablando de una droga que no tiene nada que ver con el peligro que presenta la pasta base.
“Uno prefiere de los males menores que consuman marihuana a que consuman pasta base. Eso en un hecho, porque la marihuana no te mata, y ellos tomaron conciencia que la pasta base te termina matando”, dijo Alayon.
Carmen Gómez explica que se trata de minimizar riesgos de consumo: “La idea es esa, minimizar los riesgos del consumo, procurando que cambien la pasta base por la marihuana, hasta que logren hacer un corte”.
“Es impresionante ver los progresos”, dice Alayon. Jóvenes de poco menos de 20 años que estaban absolutamente desnutridos, con un estado físico deplorable y que ahora empiezan a sentirse bien. “Yo lo he comprobado, gente que consumía pasta base, ha engordado enormemente. Entonces ellos ven, estoy mejor de salud, para que voy a consumir esto que no me sirve para nada. Que se fumen un porro a mi no me estresa para nada, el tema es que la pasta base y el paco, que viene ahora, te mata. El paco te mata más rápido todavía”, dijo Alayon.
Alayón señala que también se dan cuenta de los progresos cuando los chiquilines deciden cómo gastar el ingreso ciudadano. “La gente que esta en el refugio, la gente que ha cobrado el Ingreso Ciudadano, se ha comprado ropa, yerba, tabaco para aguantar todo el mes… Eso te indica que no están consumiendo (…) Incorporar ciertas cosas que habían perdido por estar en la calle. Ahora que les dan esta oportunidad deben aprovecharla”.
El Movimiento Uruguayo de los Sin Techo, decidió armar este año grupos que se dedican a recorrer la ciudad para encontrar gente que esté viviendo en la calle y tratan de integrarlos al sistema.
Escuchábamos las historias en las que decían que tienen ganas de trabajar ¿Cuántos se anotaron en un Trabajo por Uruguay? Ese es otro de los elementos que muestra que realmente tienen ganas de salir adelante. En el programa Un trabajo por Uruguay se anotaron todos los que estaban habilitados para hacerlo en el Refugio Iris. Es decir, los que ya estaban recibiendo el Ingreso Ciudadano. Recordamos que se trata de un trabajo transitorio, de cuatro meses, por el que van a cobrar 2.726 pesos y dejan de recibir los 1.363 pesos del Ingreso Ciudadano.
A los chicos del refugio les va a tocar trabajar para el Centro Comunal 1, en el programa Renueva de la Ciudad Vieja, con el que se pintarán las fachadas de edificios con valor histórico. Incluso ya hay un grupo de chicos que duermen en la misma habitación, que están planeando irse juntos a una pensión cuando cobren su primer sueldo de Un trabajo por Uruguay.
Jorge, que es de Canelones, salió sorteado en Un trabajo por Uruguay, él cuenta en qué se gastaba hasta ahora el ingreso ciudadano: “Mate, yerba, sal, aparte me compre una radio, ropa (…) Queremos salir adelante, no todos estamos para la droga. Hay gente que estaba en esa situación pero que ya no quiere estar más”, indicó.
Fabián hacía tres años que vivía en la calle. Estaba muy metido con la pasta base. Se anotó a un Trabajo por Uruguay y salió sorteado. Nos cuenta su historia, también de adicción: “Hoy en día yo veo las cosas diferentes, como ser la importancia del trabajo y todo eso. Acá hacemos talleres para dejar la droga y me ha dado resultado. Yo antes de entrar al refugio había tomado la iniciativa de alejarme de ese ambiente y cuando entre al refugio no estaba tan enganchado como otros compañeros que le ha costado más. Hay gente que dice que es fuerza de voluntad, yo digo que es constancia… y eso te lleva a que te desacostumbres de todo eso”.
La policía asegura que de cada diez jóvenes que detiene nueve son consumidores de pasta base. El Hospital Vilardebó advierte que está desbordado por esta problemática y no da a basto para atender a los adictos. Los especialistas explican que esta droga tiene un poder de adicción mucho más fuerte que la cocaína. Además, señalan que la mayoría de los que la prueban no pueden dejarla y es prácticamente imposible desintoxicar a estos pacientes. Les proponemos escuchar historias que prenden una luz de esperanza respecto a esta problemática. Informe de Lucía Massa.
Jóvenes que hasta hace tres meses estaban viviendo en la calle y robando para poder consumir pasta base, hoy están en plena etapa de desintoxicación y empezaron a trabajar en el programa “Un trabajo por Uruguay”, iniciativa del Ministerio de Desarrollo Social (MSD). El refugio Iris, que forma parte del Plan de Atención a los Sin Techo, viene realizando un trabajo titánico y las historias de sus usuarios dejan claro que no es cierto que no se pueda salir.
Las cifras dejan en evidencia lo que está haciendo la pasta base, más de la mitad de los que se anotaron este año para entrar a los refugios del Plan de Atención a los Sin Techo tienen entre 18 y 30 años y son adictos a la pasta base. Si se comprara con el Plan Invierno 2004, el perfil cambió mucho. El año pasado la mayoría eran hombres de más de 40 años que se habían quedado sin trabajo. Pero en 2005 la pasta base hasta le ganó al desempleo, según lo señalaron voluntarios del plan.
“Nosotros siempre estuvimos a cargo de gestionar lo que era la boca de entrada al Plan Invierno, en la calle Requena. Eso nos daba la posibilidad de tener el perfil de la población que ingresaba. El años pasado se dio un ingreso mayoritario de gente de alrededor de los 40 años por primera vez en situación de calle. Este año, a diferencia, tenemos mucho más ingreso de población joven. La franja más joven ingresa a los refugios por problemas de consumo de (pasta base). Hay un común denominador que es el consumo, que hace que sean expulsados de sus casa, se rompan los vínculos con las familias, se deteriore la relación y entran en ese circuito”, explicó Carmen Gómez, psicóloga y coordinadora de Factor S, ONG encargada de dos refugios del Plan.
Es un tema que preocupa al MDS que, de hecho, le pidió ayuda a médicos de Salud Pública para que recorrieran los refugios. En este momento están preparando una estadística clara respecto a la cantidad de adictos a la pasta base que hay en las 470 plazas del plan de protección a los sin techo.
Estrella Domínguez, una de las encargadas del plan de atención a los sin techo en el Ministerio, dice que no sería raro que ese estudio concluyera lo mismo que señalan algunas ONGs: “que la mitad de los inscriptos y los que usan los refugios son adictos”.
“Todavía es un informe reservado y no se han terminado de hacer las recorridas. Lo que sí sabemos es que es un porcentaje importante dentro de la población de refugiados. Estamos hablando de hombres, en la población femenina ese porcentaje baja”, dijo Dominguez.
Domínguez dice que desde el Ministerio ven con muy buenos ojos propuestas como la del Refugio Iris, que atiende a 60 hombres de 18 a 45 años, la mayoría de ellos adictos a la pasta base, y que está implementando un programa de talleres y asistencia psicológica con el que ya logró que muchos jóvenes dejaran de consumir.
Desde el Ministerio igual hacen hincapié en que es demasiado difícil superar el síndrome de abstinencia en un albergue. Que la población es muy volátil, y es un problema muy difícil de solucionar. Ya que se necesita una contención extrema. “Contención extrema” es lo que según Dominguez se necesita. Y lo que encontraron varios jóvenes en el Refugio Iris, que queda en Mercedes entre Yi y Cuareim y depende de la ONG Factor S, donde hay 60 camas para hombres de 18 a 45 años.
“El Pastor”, sobrenombre de uno de los muchachos que está en el refugio, hasta hace poco robaba para comprar pasta base, hoy hace changas y está tratando de montar un taller de artesanías con compañeros del refugio. “De la calle llegué, de la marginalidad como se dice, ¿no?. Yo delinquía, me drogaba, tomaba alcohol. Eso me hizo parar en la calle y estar un buen tiempo allí, dos años, dos años y medio. (…) En el Plan Invierno es la primera vez que estoy, desde junio hasta ahora. Y me siento bien, mejor, yo antes no me quería, me hacía daño a mí mismo. Ahora me quiero. Acá estoy bien, me siento bien, me dan oportunidades, me ayudaron a superarme muchísimo, aunque todavía falta… Pero me ayudaron abundante, con el tema de mi adicción por ejemplo. Con la droga que hoy por hoy esta destruyendo todo: la pasta base. Estuvo bravo salir, no es para cualquiera. Prefiero estar acá, que me dan apara adelante, y la terapia la hago diariamente en la calle. La motivación que te dan acá te da fuerza para combatirla. (…) Aún no estoy cobrando el Ingreso Ciudadano, pero espero cobrarlo el mes que viene, todo para mejorar. Para arreglarme la boca, para las a0rtesanías que estamos intentando hacer (con los compañeros), gracias al grupo hemos conseguido las herramientas que nos faltaban. Pero todavía no hemos vendido ninguna (artesanía)”, dijo Pastor.
Guille tiene 27 años y terminó seis meses viviendo en la calle por culpa de su adicción. Ahora, habla del refugio como si fuera su casa, así lo define.
“A la calle llegué por las drogas. Estuve seis meses en la calle. Estaba, gracias a Dios digo `estaba´, porque ya no estamos más en la calle, ya tenemos casa propia ahora (…) Acá estoy en mi casa, haciendo las actividades, la rutina de todas las tardes, de la terapia (…) La terapia de nosotros es venir, tener una conversación con alguien del equipo, con un compañero mismo, hasta jugar un truco, o poder compartir un plato de comida, estar con tus compañeros y demás. Ahora estamos ensayando un taller de terapia. Tenemos un taller de candombe. Estamos ensayando una obra de teatro, que si alguien quiere colaborar va a ser bienvenido. (La obra la) vamos a estrenar en noviembre en el teatro Florencio Sánchez (…) También estamos ahora haciendo deportes, haciendo fútbol”, explicó Guille.
¿Cómo lograron estos resultados? ¿Cuál es la técnica?
Algo fundamental es la contención afectiva, porque los más chicos hablan de los encargados del refugio como si fueran familiares. Saben además que los pueden llamar a cualquier hora del día si se sienten solos cuando están en el horario en el que el refugio está cerrado. Pero, lo más importante es que Iris no sólo ofrece una cama, un baño y un plato de comida. Tiene programas de actividades de todo tipo, con el que se busca que los 60 hombres que viven ahí encuentren motivaciones o incluso una salida laboral.
En Iris tienen talleres de todo tipo: de cocina, de artesanía, de tambores, de teatro. Incluso piensan presentar su obra en el Teatro Florencio Sánchez a fin de año. Además, tienen una comisión de cultura que organiza paseos. Por ejemplo, fueron al Museo Oceanográfico, y todos los domingos juegan al fútbol. Pero también tienen talleres que dictan otros que ya pasaron por su experiencia y que les explican cómo salir de la calle.
“Hay un taller donde gente que estuvo en la calle les explican los pro y los contra de estar en la calle. Y ellos evalúan que lo más positivo que les puede pasar es que con el apoyo de todo el Uruguay y de todos nosotros van a salir adelante”, sostuvo Raúl Alayon, fundador del Movimiento Uruguayo de los Sin Techo.
Pero lo más importante es, sin duda, el taller de adicción. Trabajan dos psicólogas, una asistente social más todo el equipo de. Aplican las técnicas que se usan en cualquier terapia de adicción más otra menos convencional. Antes de dejar del todo la pasta base les proponen pasarse a la marihuana. Es un proceso gradual hasta llegar a la desintoxicación total. Pero estamos hablando de una droga que no tiene nada que ver con el peligro que presenta la pasta base.
“Uno prefiere de los males menores que consuman marihuana a que consuman pasta base. Eso en un hecho, porque la marihuana no te mata, y ellos tomaron conciencia que la pasta base te termina matando”, dijo Alayon.
Carmen Gómez explica que se trata de minimizar riesgos de consumo: “La idea es esa, minimizar los riesgos del consumo, procurando que cambien la pasta base por la marihuana, hasta que logren hacer un corte”.
“Es impresionante ver los progresos”, dice Alayon. Jóvenes de poco menos de 20 años que estaban absolutamente desnutridos, con un estado físico deplorable y que ahora empiezan a sentirse bien. “Yo lo he comprobado, gente que consumía pasta base, ha engordado enormemente. Entonces ellos ven, estoy mejor de salud, para que voy a consumir esto que no me sirve para nada. Que se fumen un porro a mi no me estresa para nada, el tema es que la pasta base y el paco, que viene ahora, te mata. El paco te mata más rápido todavía”, dijo Alayon.
Alayón señala que también se dan cuenta de los progresos cuando los chiquilines deciden cómo gastar el ingreso ciudadano. “La gente que esta en el refugio, la gente que ha cobrado el Ingreso Ciudadano, se ha comprado ropa, yerba, tabaco para aguantar todo el mes… Eso te indica que no están consumiendo (…) Incorporar ciertas cosas que habían perdido por estar en la calle. Ahora que les dan esta oportunidad deben aprovecharla”.
El Movimiento Uruguayo de los Sin Techo, decidió armar este año grupos que se dedican a recorrer la ciudad para encontrar gente que esté viviendo en la calle y tratan de integrarlos al sistema.
Escuchábamos las historias en las que decían que tienen ganas de trabajar ¿Cuántos se anotaron en un Trabajo por Uruguay? Ese es otro de los elementos que muestra que realmente tienen ganas de salir adelante. En el programa Un trabajo por Uruguay se anotaron todos los que estaban habilitados para hacerlo en el Refugio Iris. Es decir, los que ya estaban recibiendo el Ingreso Ciudadano. Recordamos que se trata de un trabajo transitorio, de cuatro meses, por el que van a cobrar 2.726 pesos y dejan de recibir los 1.363 pesos del Ingreso Ciudadano.
A los chicos del refugio les va a tocar trabajar para el Centro Comunal 1, en el programa Renueva de la Ciudad Vieja, con el que se pintarán las fachadas de edificios con valor histórico. Incluso ya hay un grupo de chicos que duermen en la misma habitación, que están planeando irse juntos a una pensión cuando cobren su primer sueldo de Un trabajo por Uruguay.
Jorge, que es de Canelones, salió sorteado en Un trabajo por Uruguay, él cuenta en qué se gastaba hasta ahora el ingreso ciudadano: “Mate, yerba, sal, aparte me compre una radio, ropa (…) Queremos salir adelante, no todos estamos para la droga. Hay gente que estaba en esa situación pero que ya no quiere estar más”, indicó.
Fabián hacía tres años que vivía en la calle. Estaba muy metido con la pasta base. Se anotó a un Trabajo por Uruguay y salió sorteado. Nos cuenta su historia, también de adicción: “Hoy en día yo veo las cosas diferentes, como ser la importancia del trabajo y todo eso. Acá hacemos talleres para dejar la droga y me ha dado resultado. Yo antes de entrar al refugio había tomado la iniciativa de alejarme de ese ambiente y cuando entre al refugio no estaba tan enganchado como otros compañeros que le ha costado más. Hay gente que dice que es fuerza de voluntad, yo digo que es constancia… y eso te lleva a que te desacostumbres de todo eso”.
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